EUROVESPA 2004 – LISBOA (PORTUGAL). EL RENACIMIENTO
El logotipo de Eurovespa 2004 |
Este título tiene, lógicamente, su explicación. Al final del relato puede
que te quede claro. Lo que aquí se cuenta se escribió, en su día, años después de haber sucedido.
Quisiera contaros algunas cosas antes
de narrar lo que fue el viaje a Lisboa. Contaros, por ejemplo, que mi primera
moto había sido una Lambretta Li 150 comprada por 15000 pesetas de la época (hoy 90,00 €) allá por el año 1984 a la que se le caían los cófanos cada vez que pillaba un bache. No fueron ni una ni dos veces las que tuve que detenerme para ir a recogerlos unos cuantos metros más atrás.
Contaros también que la siguiente
fue mi querida y nunca bien ponderada, hasta ahora, "6000" (los que la conocen ya saben que es una Vespa 200 DN, lo de "6000" se debe a su matrícula) con
la que descubrí la magia y el veneno, todo hay que decirlo, de viajar sobre dos ruedas.
Que después de la "6000" vino el pase a la rueda grande (Moto Guzzi 850 T reconvertida a Le Mans con megáfonos Lafranconi, carburadores Dell'Orto de 40 mm con trompetillas, amortiguadores Koni, el mítico chasis Tonti de la V7 Sport y más cosas...) y que, en 1990, dejé de lado las dos ruedas para centrarme en los estudios y demás “cosas” serias.
La "6000" |
Que después de la "6000" vino el pase a la rueda grande (Moto Guzzi 850 T reconvertida a Le Mans con megáfonos Lafranconi, carburadores Dell'Orto de 40 mm con trompetillas, amortiguadores Koni, el mítico chasis Tonti de la V7 Sport y más cosas...) y que, en 1990, dejé de lado las dos ruedas para centrarme en los estudios y demás “cosas” serias.
Esa
sequía de dos ruedas duró demasiado. En Diciembre de 2003 finalizó esa larga
marcha por el desierto que supuso no rodar en moto, no sentir todas esas cosas
que sentimos los que sabemos de que va esto y no necesitamos contar ( más que
nada por que al final acaban sonando demasiado a tópico).
Total que un buen día, en un momento personal en el que buscaba de nuevo el norte...al final acabé encontrándolo nuevamente, localizo una Vespa PX 200 color verde "enigma" (no sé de dónde sacarán los de Piaggio esos nombres tan sugerentes...) con freno de disco, mezclador, arranque eléctrico, muy
nueva, en muy buen estado y, de aquella todavía, en muy buen precio. El caso es que estuve a punto de no comprarla ya que se cruzó, antes que ella, una Yamaha SR 250 tirada de precio. Con el trato de la japonesa casi cerrado dí marcha atrás y me decidí por la italiana. Acerté plenamente. Al día siguiente, por el mes de Octubre de 2003, de verla, la pago, hago el papeleo y salgo
montado en ella a la calle. Curiosamente la sensación que tuve fue la de que no
habían pasado más que unos días desde la última vez que había montado y, sin
embargo había pasado más de una década.
"Lily Marlene" |
De inmediato y, aprovechando la facilidad, ya en aquel momento, de buscar en Internet, busco y encuentro información sobre el próximo Eurovespa y, sorpresa, se celebrará en Lisboa, cerca de casa, con lo que el viaje no debería ser demasiado problema (hay que recordar que llevaba años sin rodar sobre dos ruedas), en el mes de Julio de 2004 ( estamos, aproximadamente, en Febrero de ese mismo año).
El subidón de sustancias euforizantes en mi ánimo fue indescriptible. Inicio una frenética actividad de búsqueda de información sobre alojamientos, rutas a seguir, qué llevar, que revisar en la Vespa...
Siguiendo con el
hilo, el primer escollo con el que me encuentro es el de la inscripción. Siendo
neófito en estas lides de asistencia a tan magno evento leo, en la página de la
organización del Vespa Clube de Lisboa,
que es condición indispensable para asistir ser miembro de un Vespa Club
reconocido por la F.I.V. (Federación Internacional Vespa, hoy extinta). Y yo no
lo era. Hacía años, recuerdo, que había existido el Vespa Club de Vigo, incluso
tengo alguna fotografía de mi primera Vespa con una pegatina del mismo.
Busco, rebusco y localizo la dirección de dicho club. Curiosamente se trata de la
misma dirección que el, por entonces, concesionario Vespa en Vigo. Allá me voy. Les cuento
mi problema y ellos no saben nada de cómo está actualmente el club ni de quien
puede darme información. Con un cierto desanimo me pongo a buscar una solución
que encuentro gracias al presidente del Vespa Club Torrelles, al que localizo
en un conocido foro y que, después de conocer el caso, me ofrece la solución: su
Vespa Club está reconocido por la F.I.V. y él no tiene ningún problema en certificar que pertenezco a dicho club. Todavía hoy se lo agradezco. De esta forma puedo
inscribirme en Eurovespa 2004 como único miembro asistente del Vespa Club
Torrelles. Esto daría lugar a una curiosa anécdota.
Se va acercando el día y
los nervios y la ilusión se hacen cada vez mayores a la vez, todo hay que
decirlo, que la inquietud por el desenlace del viaje. Insisto en que hay que
recordar que hace más de una década que no viajo sobre dos ruedas y el tiempo
nos da una perspectiva errónea de las cosas. En los años 80 la Vespa andaba
bien por carretera general y se desenvolvía, mínimamente, por autopista (con
sus limitaciones, claro). Ahora,
iniciado el siglo XXI las cosas parecían haber cambiado. La Vespa seguía siendo
la misma (bueno un poco mejorada) pero los que circulaban por las carreteras y
autopistas no eran los automóviles y camiones de los 80. Los de ahora corrían
mucho más y la diferencia de velocidad con la Vespa era más acusada lo que
aumentaba la sensación de inseguridad. Lo bueno es que a todo se acostumbra uno
y casi mejor dejar las autopistas para cuando sea estrictamente necesario.
Volvamos al tema. Digamos que una semana antes de la partida, más o menos por el 1 de Julio, tengo la inscripción hecha, la Vespa revisada, la tienda de campaña, el saco de dormir, la colchoneta, la cámara de fotos, las chancletas de la ducha y el cepillo de dientes listos. Llega el día. Jueves 8 de Julio a las 8 de la mañana. Me lanzo a la aventura. La Vespa cargada que parece, la pobre, un caracol. Llevo media casa a cuestas (con el tiempo y los viajes vas dejando cada vez más cosas en tierra). No llevaba chaqueta de "moto", no llevaba pantalón de "moto", no llevaba botas de "moto"...pero si llevaba una enorme, inmensa, ilusión. La idea es rodar, en principio por carretera general siempre que pueda y , en el hipotético caso de algún incidente, recurrir a mi primo Antonio que vive en Oporto para que me diese cobijo. Debo decir que la pobre Vespa (que en ese viaje se bautizó, con media botella de Oporto, como Lily Marlene), a partir de ahora Lily, había sufrido un agarrón de pistón hacía dos semanas e iba con pistón nuevo y cilindro repasado con lo que debía llevar un poco de cuidado. Hago la primera parada en Caminha para evaluar las primeras sensaciones, mías y de Lily. El resultado es muy positivo. Llevo buen tiempo, tráfico fluido, el motor va fino, voy cómodo, relajado, con la pantalla de casco levantada y, además, no tengo prisa por llegar. Tengo todo un día para hacer 500 km.
Volvamos al tema. Digamos que una semana antes de la partida, más o menos por el 1 de Julio, tengo la inscripción hecha, la Vespa revisada, la tienda de campaña, el saco de dormir, la colchoneta, la cámara de fotos, las chancletas de la ducha y el cepillo de dientes listos. Llega el día. Jueves 8 de Julio a las 8 de la mañana. Me lanzo a la aventura. La Vespa cargada que parece, la pobre, un caracol. Llevo media casa a cuestas (con el tiempo y los viajes vas dejando cada vez más cosas en tierra). No llevaba chaqueta de "moto", no llevaba pantalón de "moto", no llevaba botas de "moto"...pero si llevaba una enorme, inmensa, ilusión. La idea es rodar, en principio por carretera general siempre que pueda y , en el hipotético caso de algún incidente, recurrir a mi primo Antonio que vive en Oporto para que me diese cobijo. Debo decir que la pobre Vespa (que en ese viaje se bautizó, con media botella de Oporto, como Lily Marlene), a partir de ahora Lily, había sufrido un agarrón de pistón hacía dos semanas e iba con pistón nuevo y cilindro repasado con lo que debía llevar un poco de cuidado. Hago la primera parada en Caminha para evaluar las primeras sensaciones, mías y de Lily. El resultado es muy positivo. Llevo buen tiempo, tráfico fluido, el motor va fino, voy cómodo, relajado, con la pantalla de casco levantada y, además, no tengo prisa por llegar. Tengo todo un día para hacer 500 km.
Ya no recuerdo hoy, exactamente, todos los pormenores del
viaje pero si recuerdo haber llegado perfectamente a Oporto, lo que a aquellas alturas ya me parecía un pequeño milagro, haberme perdido, por supuesto no llevaba navegador ni siquiera un mísero mapa de carreteras, después en Aveiro, lo que me llevó a tomar la autopista y, a partir de aquí,
aburrirme hasta la saciedad durante algunas horas a 80 km/h en la autopista
camino de Lisboa.
Paré a comer un bocadillo y un café en algún lugar hoy perdido en la memoria y a las 5 de la tarde entré, emocionado -todo hay que decirlo y
no hay que tener miedo a parecer cursi ya que las emociones existen, las tenemos y es
bueno que las sintamos, expresemos y vivamos- entro, decía, en Lisboa y la sensación de
felicidad y alegría que me invade es difícil de explicar. Lo que sí recuerdo muy bien es que los últimos 20 km antes de Lisboa los hice repitiendo una especie de "mantra" que decía: "no te rompas ahora, no te rompas ahora..." Si en ese momento
hubiese finalizado el viaje ya lo habría dado por bueno. Pero ¡qué lejos estaba
de saber que aquello no hacía más que empezar e iba a ser el comienzo de una
hermosa historia!. Lo primero que decido hacer es dirigirme al parque cerrado
que está situado en el entorno de la Torre de Belém.
Parte del aparcamiento en el entorno de la Torre de Belém |
Muchos automovilistas saludan con la bocina, o bajan la ventanilla y te hablan en los semáforos, te preguntan de dónde vienes, cuantos km has hecho, te felicitan y animan... ¿Nunca se te ha puesto de la piel de gallina al mismo tiempo que se te humedecen los ojos?. Sí, ¿verdad?. Pues eso es lo que sentí yo.
Llego a Belém y algo estalla en mi cabeza.
Lo que había leído sobre el Eurovespa de Barcelona en el 86 me había preparado,
más o menos, para aquello...¡pero no del todo!. Aquello era algo que superaba, con
creces, cualquier cosa que yo hubiese imaginado (lo que vendría en años
posteriores sería la confirmación de la belleza de este evento).
Sinceramente
estaba en el cielo. Aquello no era tocar la felicidad con la punta de los
dedos, ¡era agarrarla completamente!.
Cuando me recupero acabo de tramitar mi inscripción, me dan mi tarjeta, mi bolsa de obsequios y recuerdos y me uno a un grupo que va hacia el camping de Monsanto.
Una vez
allí monto la tienda (ya no recordaba como se hacía pero me quedó bastante
resultona), la “amueblo” y me siento a la fresca esperando a una hora
prudencial para cenar en el propio camping y meterme en el saco.
El camping estaba al completo de Vespas, Vespas y más Vespas. Pero mis
planes cambiaron en un momento. Estando a la fresca, como ya he dicho, se me
acercó un “vecino” de parcela a saludarme, ver mi Vespa y charlar un ratillo.
Bueno lo de charlar es un decir por que yo de italiano sabía lo justo y el
bueno de Marcello, que así se llamaba y se llama, venía desde Cerdeña con su
mujer Rita, su primo Silvio y sus amigos Filippo, Mirco y Nicola; usando una mezcla efectiva de idiomas vamos entendiéndonos.
Total que, en
vez de cenar yo solo en el camping me voy con ellos a cenar pescado en el Bairro Alto
de Lisboa y a beber unas cervezas aprovechando la magnífica temperatura que
teníamos.
La cena resultó maravillosa. Son un grupo singular de personas, totalmente diferentes en lo personal, en lo profesional, pero con un nexo común: la Vespa. No nos hemos separado, es un decir, desde aquel día. Nos hemos vuelto a ver en Klagenfurt, en Cagliari, en Turín, en San Marino...; nos escribimos con frecuencia y seguiremos haciéndolo mientras no haya nada que nos lo impida, ¡claro!.
Pasamos una noche maravillosa descubriendo lo mucho que las personas pueden llegar a tener en común siendo de sitios tan diversos.
Nos sorprendió la madrugada intentando convencer a dos policías municipales de que nos dejasen ir por dirección prohibida...¡no teníamos ni idea de por dónde regresar al camping!; ¡lo conseguimos!. Uno de ellos se colocó al final de la calle para cortar el poco tráfico que había, ¡mientras el otro nos aconsejaba que fuésemos con cuidado!.
Los
días siguientes del Eurovespa fueron de descubrimiento en descubrimiento, de
emoción en emoción.
¡Indimenticabili! |
Rodar, por primera vez, con otros 1500 vespistas, es algo que impacta |
Un alto en el camino. Cascais - Estoril |
Al mismo tiempo conocí a algunos componentes de los
“Sexinite”, club de Vigo que yo no conocía y a los que traté durante un tiempo,
manteniendo, todavía hoy, buen trato con ellos.
En el "Cabo da Rocha" |
La cena del sábado |
La cena del sábado. De izqda. a dcha.: Silvio, Filippo y yo. |
Recogiendo los recuerdos |
Al salir del lugar de la cena bautizamos oficialmente a nuestras “niñas”
con botellas de Oporto cedidas, generosamente, por los camareros que, tan
magníficamente, habían servido la cena. Acabamos celebrando el Eurovespa en el
Bairro Alto.
Al día siguiente, domingo, con un
cierto malestar de cabeza, nos dirigimos al parque cerrado de Belém para
participar en la gran parada por las calles de Lisboa que ponía punto y final
a aquel hermoso evento y servía, al
mismo tiempo, como muestra de agradecimiento al pueblo de Lisboa por su
fantástico recibimiento, su amabilidad y generosidad con todos nosotros.
Comimos en el recinto de la Expo ya planeando el viaje del siguiente año al
Eurovespa 2005 en Klagenfurt (Austria).
Regresamos al camping de Monsanto, descansamos un
poco y yo empiezo a recoger mi “chalecito” y a cargar a Lily, nuevamente, como
a una burra. Ahora todavía peor ya que a todo lo que había traído tengo que
sumarle los recuerdos que he comprado o me han dado.
Me despido de mis amigos italianos, sintiendo que una parte
de mi se queda con ellos, que todavía hoy sigue con ellos; la forma en que me
recibieron, en que me acogieron, en aquel momento extraño y complicado de mi vida, la tendré presente mientras viva. Gente como ellos
no se encuentra todos los días.
¡Grazie amici! |
Los siguientes días, meses y semanas fueron un
continuo contar y volver a contar a familiares, amigos y conocidos lo que había
significado aquel viaje. Creo que fui pesado, muy pesado, pero tenía que
hacerlo, necesitaba hacerlo. Las horas de carretera en solitario y las experiencias vividas me ayudaron a encajar muchas cosas. Estaba que desbordaba de alegría con lo que había vivido.
Comencé a
preparar el viaje del año siguiente. Austria ya no eran 500 km ni cuatro días. Había que
planificar muchas más cosas. Los cuatro días pasados en Lisboa más las decenas de
e-mails cruzados con los italianos me sirvieron para “perfeccionar” mi italiano, algo que me sería muy útil el siguiente año. Pero esa es una historia que podéis
leer en el relato del 2005.
No tengo muchas fotografías de aquel viaje. Realmente estaba tan desbordado por los acontecimientos que ni se me ocurría tirar de cámara. Hay pocas, de mediocre calidad, aunque las buenas, las intensas, las profundas, las más hermosas, las conservo, todavía hoy, en la retina.
Serían tantas las personas a las que tendría que
agradecer cosas que permitieron que este viaje llegase a buen fin que no
tendría espacio para citarlos a todos. Así que daos por agradecidos.
Este fue el final de la “Edad oscura” sin dos ruedas
y un motor y el comienzo del Renacimiento. Con todo lo que ello significa y que
solo el iniciado entiende y aprecia.
Te vienes
a Austria?
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