miércoles, 7 de octubre de 2015

NO HAY NI UNA MOTO BUENA...

La capacidad o suerte- en teoría- que tenemos en algunas partes del planeta Tierra de expresar nuestras opiniones y pensar de forma totalmente autónoma, es una riqueza que deberíamos guardar como oro en paño y defender igual que el aire que respiramos. Por ahora puedo expresar mis opiniones al respecto de muchos temas, siempre y cuando respete determinadas normas que, desgraciadamente, se van haciendo cada vez más restrictivas. Expresar mi opinión sobre algo o alguien con educación y respeto, argumentando la misma de forma que demuestre que no son mis vísceras las que mandan en mi raciocinio, debería ser la norma pero, cada día más, es la excepción. 
¿A qué viene a cuento este preámbulo, te preguntarás, en un blog dedicado a viajes y Vespas o a Vespas y viajes?. Creo que va a ser muy sencillo de explicar.
Cuando yo comencé a interesarme por las motos, allá por el año 1979/80 ( por "culpa" de un tal Dennis Noyes aunque eso ya lo contaré algún día con calma...), existía en España una oferta bastante reducida de motocicletas nuevas a la venta. La gran mayoría eran motocicletas de marcas nacionales ( Bultaco, Derbi, Montesa, Ossa, Rieju...) que ofertaban, mayoritariamente, modelos de "campo" y/o ciclomotores con motores monocilíndricos de 2T con las excepciones de Sanglas con sus sempiternos monocilíndricos de 4T y de Ducati-Mototrans (filial española con licencia para fabricar las italianas en nuestro país) con sus, entre otras, Twin 500 bicilíndricas. 
Por otro lado y escalando en precio y prestaciones estaban las "motos grandes". Y las "motos grandes" eran, básicamente, las BMW con sus eternos y característicos motores boxer y su aura de motos para gente de posibles y las italianas Moto Guzzi, Ducati, Moto Morini, Benelli, Laverda, etc. Y, lógicamente, también estaban las Vespas y Lambrettas de toda la vida. Las Vespas fabricadas por Moto Vespa en Madrid y las Lambrettas fabricadas en Eibar.
Poco más había. La tecnología era la que era. Tener un modelo con encendido electrónico ( no arranque eléctrico, que son cosas diferentes) en vez de con platinos, era un lujo. No había ABS, no había inyección electrónica, las suspensiones eran poco más que palos con muelles, etc. Fundamentalmente la diferencia entre marcas, amén de cierto caché o pedigrí adquirido, residía en la calidad de los materiales, de los componentes empleados y de un mayor o menor acierto en el diseño general del "aparato". Punto. En lo fundamental no había más. Se trataba de colocar un motor en un chasis y dotarlo de los elementos necesarios para que aquello pudiese circular con mejor o peor suerte. 
Japonesas había pocas, muy pocas (hasta 1981 no entró Yamaha de la mano de Sanglas, si mal no recuerdo con la Sanglas 400Y) y las pocas que había eran series muy cortas importadas por canales complejos ( aquellas Kawasaki KZ 400 que casi se acaban pudriendo en los almacenes de la Aduana de Bilbao, importadas, si mal no recuerdo, por Ángel Nieto...).
Con este escenario había poco para elegir. O comprabas producto nacional, o comprabas una Vespa, o te tocaba la lotería y te podías permitir una R100 de BMW o una 900SS de Ducati o, ¡cómo no! una Le Mans de Moto Guzzi...¡por no hablar de una bestial Laverda Jota!
Pero había, tengo esa sensación, RESPETO. Las motos eran motos y los que las pilotaban eran motoristas. Motoristas que sabían lo que significaba ver a otro parado en el arcén con el casco en el suelo, que sabían que cruzar un saludo con otro, llevase una Vespa o una BMW, bajo un tremendo aguacero, hacía más llevadero aquel infierno. Había respeto entre motoristas y hacia la montura de cada uno, fuese una magnífica alemana o un humilde ciclomotor nacional. Realmente había respeto y educación en casi todos los ámbitos de la vida: casa, escuela, trabajo, etc. Hoy me temo que no es así.
Hemos sufrido una transformación tan brutal en nuestras vidas y en nuestra sociedad en los últimos treinta y tantos años que, por lo menos en mi caso, me cuesta creer que vivo en el mismo país. No voy a entrar en polémicas con nadie sobre la idea de Nación y similares, por lo menos en este blog, pero tengo la sensación de que se nos ha ido la olla por completo. Suelo visitar con frecuencia algunas páginas web de motos (no voy a dar sus nombres) que en las presentaciones o pruebas de nuevos, o no tan nuevos, modelos, dan la posibilidad de que los lectores den su opinión sobre la motocicleta en cuestión. Hasta ahí me parece perfecto, saludable e incluso diría que interesante para los fabricantes. No sé si los probadores o los responsables de esas páginas web, tienen, por motivos económicos o comerciales, que doblegarse algunas veces a los dictados de algún fabricante. Ni lo sé ni me importa. Cuando leo una de esas pruebas intento sacar mis propias conclusiones más allá de lo que me cuente el probador ( es un ser humano y sucumbirá posiblemente a sus circunstancias). Si la motocicleta en cuestión me interesa suelo buscar más información ( ¡será por falta de información hoy en día!), hasta tener una idea clara sobre ella y decidir si me parece interesante o no. La verdad es que me gustan casi todas, con sus defectos y con sus virtudes y no es la primera vez que, mentalmente, imagino el uso que le daría o el tipo de aventura a la que la destinaría. Si no me gusta o no me interesa, sencillamente la ignoro o me olvido de ella ( ¡con cuantas ha pasado eso hace muchos años y con la evolución y los cambios de la edad he vuelto a ver con otros ojos aquel modelo ignorado hace años!). La ignoro o me olvido de ella, esto es importante. No la critico, ¡sobre todo si no la he probado! y no la menosprecio. Podría, llegado el caso, opinar, cómo lo he hecho alguna vez, sobre su estética. Está a la vista que te entre por los ojos o no, pero de ahí a denostarla sin haberla probado, va un mundo. Y eso es precisamente lo que ha originado esta entrada de 10 Pulgadas. Me tiene perplejo la cantidad de sabios y expertos que hay en nuestra España, entre otros temas, en lo referente a motocicletas. Todo el mundo ha debido de probar todos y cada uno de los modelos del mercado, incluso los que todavía no se comercializan en nuestro país, ya que todo el mundo es capaz de opinar, por lo general negativa y vehementemente, de cada modelo nuevo que se lanza al mercado. ¿Cómo es posible?. Se presente la motocicleta que se presente siempre es mala: si es una BMW, es un armario que solamente sirve para el "postureo de terraza en paseo marítimo" (aunque la gran mayoría de motocicletas que veo por la carretera viajando todo el año son de esa marca...). Si es una italiana, ¡uf, cuidado!, que a las Ducati se les aflojan todos los tornillos, que las Moto Guzzi son hierros de los años 60 y que las Aprilia están más tiempo en el taller que en la calle... Si son modelos custom que ni corren ni frenan, si son modelos RR, que solamente sirven para circuito, si son trail que ¿a qué vas a buscar el pan con una moto de dar la vuelta al mundo?, si es una escúter que es un váter con ruedas...
¡RESPETO!. Para toda esta patulea de ignorantes, irrespetuosos y maleducados, no hay una moto buena. Evidentemente, el anonimato que proporciona Internet permite que sujetos de esta condición pululen y molesten como un sarpullido sin aportar absolutamente nada positivo al Mundo. La ignorancia es muy atrevida...y muy triste cuando se posee voluntariamente. Nunca, repito, NUNCA, hemos tenido, no solamente en España, una oferta tan descomunal de motocicletas como hoy en día. ¡Hay para aburrir!. De todos los tipos, con todas las configuraciones que puedas imaginar, de todas las cilindradas, tamaños, pesos y precios. Te puedes comprar un ciclomotor-escúter por menos de 1000,00 € o gastarte más de lo que ganas en un par de años en un modelo que te ofrece cosas que serían de ciencia ficción hace 30 años: ABS, control de tracción, suspensiones "inteligentes", Inyección electrónica, embragues antirrebote, control de crucero, radares, mapas de motor que cambian su comportamiento, calefacción en asiento y puños, airbag (Honda Goldwing)...¿sigo?. Hay materiales que hace 30 años ni se sospechaba que se podrían llegar a utilizar masivamente ( sin ir más lejos la fibra de carbono). La tecnología interna de los motores, hoy en día, está a años luz de los '70,'80 y '90: recubrimientos cerámicos, distribuciones variables, cambios "seamless", configuraciones "crossplane", motores ligeros, potentísimos ( una motocicleta italiana o alemana muy potente de 1000 c.c. de finales de los '70/'80, entregaba sobre unos 70 CV al cigüeñal, ¡hoy pasan, ampliamente, de los 160 CV!). Hay modelos que no llegan a los 5000,00 € y que ofrecen más prestaciones y calidad de fabricación y de marcha que otros que ¡triplicaban su coste hace 10 años!. ¡Si hasta una Vespa moderna tiene ABS, inyección y tecnología electrónica que haría palidecer a un coche de hace un par de décadas!. ¿De qué nos quejamos?, ¿de falta de oferta?. No. Nos quejamos por insatisfacción y por envidia (nuestro gran deporte nacional). Envidiamos a aquellos que pueden permitirse ese modelo que a nosotros nos quita el sueño o, simplemente envidiamos que su capacidad económica le permita cosas que a nosotros nos están vetadas...( ¡a veces las apariencias engañan y esa persona no tiene tantos recursos como creemos y ha hecho muchos sacrificios para poder comprarla!).
Seamos respetuosos, educados y demostremos un mínimo de inteligencia al no criticar sin tener razones de mucho peso para ello. ¡Sí que hay motos buenas!, ¡cada día más y mejores! y cómo decía Dennis Noyes en una de sus pruebas en la revista Motociclismo allá a comienzos de los '80: "la mejor moto del mundo es la que tú tienes, porque es tuya y la quieres". Amén. ¡Sed buenos y quered mucho a vuestra moto...la que sea!
Saludos de 10 Pulgadas