jueves, 30 de julio de 2015

La X Vespaniada. 2016. Plasencia o la magia del reencuentro


Debo decir, antes de nada, que cada vez me cuesta más escribir. O me estoy volviendo un vago redomado, lo cual es muy posible, o temo no ser capaz de contar con la intensidad necesaria aquellas cosas que se merecen una atención y un cariño especiales. Y esta Xª Vespaniada se merece esa atención y cariño.
Corría el año 2003 cuando regresé a las dos ruedas. La historia la puedes leer en este mismo blog: http://10pulgadas.blogspot.com.es/2014_02_15_archive.html
En plena época dorada del nacimiento de las redes sociales y después de probar durante un tiempo en un par de sitios similares, me acerqué por el Foro de Vespania allá por los comienzos del año 2005. Eufórico después de mi primer Eurovespa el año anterior y en pleno "subidón" preparando el de ese mismo año, abrí la ventana virtual a un panorama nuevo y emocionante. El encontrarme con todo aquel grupo de personas con un punto de interés común, supuso el elemento de cierre con el que encajaba todas las piezas de mi "reconstrucción personal", después de la tormenta que había sacudido a mi entorno más cercano. Es un tema personal y familiar y no creo que este sea el lugar adecuado para hablar de ello.
El caso es que en Vespania aprendí a dejar de ser YO, para ser yo. ¿Entiendes la diferencia entre ese pronombre personal en mayúscula y en minúscula?. Sí, seguro que sí. Cómo dicen los italianos del Piamonte "ma gavte la nata", algo así como "quítate el tapón", referido a aquellos tan henchidos de sí mismos que están a punto de explotar. Me quité el tapón y pasé de YO a yo. Me recibieron muy bien, entablé contacto con gentes de todos los rincones de nuestra España, aprendí mucho, muchísimo sobre Vespas y sobre todo, sobre amistad. Bien es cierto que no todo fue un camino de rosas, ¡jajaja!. Recuerdo discusiones muy subidas de tono por diferencias de criterio con algunos miembros del foro que fueron tan sonadas que, a día de hoy, ¡todavía alguno me las recuerda!: "¿y la bronca que tuviste con fulano por el tema del Vespa Club de España?". ¡Cómo no lo voy a recordar si era parte de la "gasolina" que me tenía en constante actividad hace años!. ¡Qué bueno recordarlo ahora!.
Aquel foro todavía sigue activo, aunque ahora otras redes han quitado protagonismo a estos medios que nos sirvieron muy eficazmente en su día. Fue, es y será un lugar que recordaremos con el mismo cariño con el que podemos recordar aquellos "escondites de la pandilla", las "cabañas", de cuando éramos niños: lugares en los que estar "con los nuestros" hablando de lo "nuestro".
En su momento, pienso que a finales de 2005, se comenzó a hablar en firme de organizar una reunión de los miembros del foro para conocernos en persona. 
No quiero alargar demasiado el asunto así que no voy a entrar en fechas, quien organizó, cómo, etc. El tema es que se consigue organizar la 1ª Vespaniada que se celebraría en la "capital del Imperio", en Toledo, del 20 al 23 de Abril de 2006. Un detalle, ya que coincidió con el 60º aniversario del nacimiento de la Vespa.
Nunca escribí nada sobre aquella Vespaniada, ¡me acabo de dar cuenta ahora!. Asistí en coche con la familia. Aprovechamos la circunstancia de la Vespaniada para volver a Toledo y hacer algo de turismo. Me encontré algo extraño al ir sobre cuatro ruedas, pero el objetivo de aquella reunión era conocernos, daba igual si ibas sobre dos o sobre cuatro ruedas. Para mí el objetivo se cumplió sobradamente. Nos pusimos cara unos a otros, hablamos, compartimos experiencias y, sobre todo, pusimos los cimientos de amistades que, a día de hoy, se mantienen fuertes. A mis hermanos extremeños Rubén y Sonia ya los habíamos conocido el verano anterior en el que tuvieron la deferencia de visitarnos en Vigo. A los demás tuve el placer de estrechar sus manos y saludarlos cara a cara: Alberto Segovia (el "boss"), Ponte, 109, Duranium, Nando, Celso T5 ( ¡siempre que nos reencontramos tardamos un buen rato en reconocernos!, jajajajaja!!!!!), Rugonto, Luis Quaresma (¡el portugués incombustible!)... ¡No debería haber hecho esto!. Se me han quedado decenas de nombres en el tintero y no encuentro ninguna lista de asistentes. ¡Todos los que habéis asistido, daos por nombrados!.
Aquella primera fue especial. Estaba en un momento personal y profesional fantástico, llevaba dos Eurovespas a la espalda y en menos de dos meses, arrancaría de nuevo hacia Europa, al Eurovespa de Turín, acompañado por Rubén y Sonia. ¿Podía pedir más?. No.
A partir de ahí me dediqué más al tema "europeo" que al "nacional", no asistiendo a más Vespaniadas ( ahora me pesa...) hasta el año 2012 en Hellín. Otras circunstancias, otro trabajo, otra montura. La historia sobre la de Hellín también la tenéis en este mismo blog: http://10pulgadas.blogspot.com.es/2015_07_25_archive.html
He de reconocer, en mi descargo, que la situación económica se torció algo a partir de 2009 lo que me obligó a ser más selectivo con los eventos a los que asistir.
A la de Gijón, en 2014, estuve a punto de asistir. Tanto es así que tenía hecha la preinscripción. Motivos económicos y el inminente viaje de vacaciones a aquellas tierras en agosto de ese mismo año, me hicieron reconsiderar mi asistencia en favor del Iberovespa de Pampilhosa da Serra. Siento si a alguien aquello le sentó mal. Me disculpo, pero las circunstancias eran las que eran.
¡Vamos llegando al presente!.
A esta había que asistir, salvo causa de fuerza mayor. Dicen que ha sido la última, que no habrá más. No tengo ni idea de los motivos...¡ni quiero tenerla! ( cada día me preocupa menos lo banal...). Yo no me lo creo.
VIERNES 27 DE MAYO
¡Pistoletazo de salida!. 
Salgo del trabajo a las 14:30. Tengo el tiempo justo de llegar a casa, ducharme, comer, revisar el equipaje, cargar la Vespa, echar un vistazo al aceite y al refrigerante (todavía colea el temita de la culata y reviso estas dos cosas obsesivamente...), despedirme de la familia y salir escopetado hacia la gasolinera. Quiero mirar la presión de las ruedas y el aparatejo de la gasolinera se estropea en mitad de la operación con la rueda trasera. Empezamos bien. Lleno el depósito. Son las 15:30 y las peores previsiones climatológicas se hacen realidad. Empieza a llover. Traje de agua y arreando que me espera Miguel en la salida de Ponteareas a las 16:00.
Miguel y yo felices al reencontrarnos para emprender camino hacia Plasencia

He llegado a este momento con muchas dudas sobre si podría hacer el viaje o no. A mediados del mes de abril comencé a sufrir una serie de molestias musculares en la parte derecha de la espalda que me afectan, ahora mucho menos, al hombro y al brazo, hasta tal punto que me impedían permanecer agarrado al manillar más de diez minutos seguidos. 
Arranco con algo de miedo sobre si podré aguantar todo el camino o, por el contrario, tendré que abortar el viaje a las primeras de cambio. 
Creo que es la primera vez que inicio un viaje de este tipo con miedo. Siempre los había empezado con ilusión- los que más- algo de inquietud, nerviosismo, incluso algo de apatía- puede sonar raro pero es cierto- pero con miedo nunca. Siempre hay una primera vez.
Comienzo a rodar bajo la lluvia con una cierta resignación por si me tengo que volver. A la Vespa la noto bien: fina, redonda y transmitiéndome confianza. Poco a poco voy alejándome de la ciudad y la confianza en mi sistema musculo-esquelético va aumentando. Casi sin darme cuenta llego al punto de reunión con Miguel y, por una vez, ¡creo que soy casi puntual!. Abrazos, saludos, ahora sí, ¡emoción y nervios!. Tenemos por delante quinientos kilómetros, un cielo cargado de nubarrones y la ilusión de un fin de semana previsiblemente memorable.
Vamos sin más novedad que algo de lluvia de vez en cuando, poco tráfico y un firme cada año más desastroso en la A-52. ¿De verdad han robado tanto que no queda ni para mantener las carreteras?. Paramos a repostar pasado Verín aunque seguramente podríamos haber avanzado algo más. Culpa mía ya que no llené el depósito completamente en Vigo.
Primera parada para repostar. ¡Así de bonitas lucen!

Desde aquí nos toca afrontar el sube y baja de siempre hasta llegar a la Meseta. A Gudiña, Canda y Padornelo pasan casi sin darnos cuenta...sí, ¡ya estoy tardando mucho en decir lo bien que van las GTS por carretera!. Y es que es verdad, vale no son Vespas de las de "toda la vida", ¡pero es lo que hay!. El GPS me indica que voy subiendo el Padornelo a 110 km/h sin esfuerzo...¡sin comentarios!. A partir de aquí la climatología mejora ostensiblemente. Ya hay más sol que nubes y comenzamos a bajar hacia el "llano". La temperatura es buena, no hay prácticamente viento y, pasado Mombuey, tomamos el desvío hacia la N-631 que nos llevará, de una forma algo más amena que la autovía, hasta Zamora. 
Pasamos Zamora y paramos a repostar en Morales del Vino. ¡Hemos hecho una media de 95,07 km/h reales y un consumo de 3,44 litros / 100 km!. ¡Repaso las cifras al regreso a casa y son absolutamente correctas!. ¡Espectaculares GTS!
La parada para este repostaje la aprovechamos para llamar a casa, tomarnos algo y estirar un poco los músculos. Voy bien, mejor que bien. A estas alturas, no habría dado un céntimo por mí y aquí estoy, ¡más feliz que una perdiz!. No tenemos demasiada prisa. Nos quedan algo menos de 200 km y son cerca de las 20:00. Volvemos a encontrarnos con la circulación por autovía, en este caso la Ruta de la Plata, la A-66. Pasamos Salamanca y la entrada en Extremadura coincide con el ocaso. El tráfico es muy escaso y, ya he pasado por aquí unas cuantas veces, sigo sin explicarme por qué está limitada esta autovía a 100 km/h... Los restos de mosquitos muertos por impacto dejan las pantallas de los cascos y los frontales de motos y parabrisas en un estado lamentable. Es de noche y poquito antes de entrar en Plasencia paramos a repostar, buena idea de Miguel, para dejar las Vespas listas para el día siguiente. Llegamos, sin más novedad que los glúteos algo dormidos y unas ciertas ganas de poner pie a tierra, a las 22:30 al hostal La Muralla, en pleno centro histórico de Plasencia. ¡Casi a las puertas del hostal nos encontramos con Vicente y con Fátima!. Esto empieza bien.
El hostal, según definición nítida de Miguel, "muy digno".
Dejamos los bártulos, guardamos las Vespas en un garaje próximo y nos vamos al centro del meollo. No recorremos más de 300 metros caminando y nos encontramos en el centro neurálgico de la Xª Vespaniada a aquella hora. A partir de aquí va a ser difícil que no caiga en la cursilería en algún momento. Lo siento. Si a alguien no le gusta puede ir a leer otras historias más aguerridas y de calidad. 
Llegamos, por lo menos yo, con hambre. Un hambre leonina, de esas que no recordaba, de las de cuando regresaba de una semana de maniobras allá por finales de los '80. Pero el hambre se esfumó. Buscando un sitio en el que poder echarnos algo al coleto nos topamos con una mesa en la que estaban sentados...¡atención!: Manuel Muñoz Rubio (Mamu) y su señora, Alberto Segovia, Goro y su señora, Carlos Calvo y Sole y Sergio Durán y Lisa. De lo mejorcito de Vespania y muy buenos amigos. El hambre pasó a un segundo plano. He de reconocer que últimamente estoy algo sensiblero. En aquel momento me puse muy, pero que muy sensiblero. A algun@s hacía la friolera de 10 años que no los veía (a Alberto por ejemplo). Se dice pronto, pero 10 años es mucho tiempo, créeme, sobre todo si estás leyendo esto y tienes menos de 40 años de edad. Sergio Durán, nuestro "Duranium", ese "boquerón" (malagueño), pesado como una vaca en brazos, que no para de hablar ni aunque le cierren la boca, con un enorme corazón, por el que tengo, tenemos muchos, un cariño especial, ha pasado, a finales del último año, por una etapa muy complicada, en la que su salud se vio comprometida. No es un secreto, lo sabe muchísima gente y por eso lo digo. Sé que hemos estado, repartidos por España y fuera de ella también, pendientes y preocupados por él. Por suerte, parece que las cosas se van enderezando. Por eso mi reencuentro con él fue muy especial. Ese abrazo largo, larguísimo, intenso, ese mirarnos cara a cara sin decir nada pero diciéndolo todo...aún ahora escribiendo esto me emociono.
Sergio y Lisa

Hacemos las presentaciones pertinentes. Me alegra muchísimo volver a ver a Goro y a su mujer, a Antonio Carrero, a Carlitos "Vespaciano" y a Sole (no los veía desde el Eurovespa de Fátima hace seis años). El "boss"...10 años y está igual que siempre. ¡Qué alegría!. Mamu, he recorrido con él un par de miles de kilómetros por Italia y Austria. Seguramente no siempre hemos estado de acuerdo en todo, pero él y yo sabemos, por suerte, que los que han vivido determinadas cosas adquieren una camaradería especial. ¡Necesitaba veros a todos!. Más, muchos más, fuimos viendo poco a poco. Sergio se va a la carpa de la organización a por nuestras acreditaciones y Miguel y yo conseguimos, a las 23:00, algo para cenar: un par de pinchos por aquí, unas cañas, unos bocadillos. Eso es lo de menos ahora. Vemos pasar a un grupo de Vigo (Mundo y compañía) y nos vamos en busca de Rubén y de Sonia. Los encontramos y estamos unos momentos con ellos hasta que, agotados por el viaje y las emociones, Miguel y yo nos retiramos al hostal. ¡Lo hemos conseguido!. Hemos sido capaces de estar aquí. Nos ha costado mucho a los dos, por diferentes razones, hacer este viaje. Creo que nos lo merecíamos, ¿verdad compañero?.
Caigo rendido en la cama pero las molestias y el dolor en el omóplato, hombro y brazo, no me dejan pegar ojo. Lógicamente estoy pagando el esfuerzo de las horas de conducción. Me tomo un analgésico y procuro encontrar una postura cómoda. Una hora después me quedo profundamente dormido. 
SÁBADO 28 DE MAYO
Me despierto descansado y con menos molestias de las que me esperaba. ¡Bien!, esa es una buena señal. Desayunamos en el hostal, retiramos las Vespas del garaje y nos vamos al espacio de la Torre Lucía desde el que saldremos para la ruta que hoy nos tienen preparada.
En el recinto de Torre Lucía con Alberto Segovia (izqda.) y Sergio Durán (dcha.). ¡Un honor!

El cielo amenaza lluvia y, antes de nada, nos vamos a ¡repetir desayuno!. La cafetería en la que se servía el desayuno era un hervidero de vespistas. Voy añadiendo más caras conocidas y otras solamente de nombre: Jesús Pineda, Adolfo, Raúl, Alfonso "Xixón", Victor (Ximbauet) y el matrimonio asturiano con la LX que estuvieron en Santiago el año pasado. Conseguimos sentarnos para desayunar y regresamos al punto de encuentro (solo había que cruzar la calle...). Me acerco a saludar a Roberto Naranjo al que no conozco en persona, solamente de Facebook. Si lees esto te ruego presentes mis disculpas a tu mujer por no haberla saludado estando a tu lado. ¡Los nervios y las prisas son lo que tienen!.
El recinto de Torre Lucía invadido de Vespas

Estamos un buen rato hablando con unos y con otros. En estas situaciones no se da abasto. no puedes abarcar todo ni puedes estar con cada uno el tiempo que te gustaría. Rubén me regala uno de los libros de Miquel Silvestre. ¡Qué detallazo fratello Rubén!. ¡Qué buena gente habéis sido siempre con nosotros!. Amenaza lluvia. Arranca la caravana con destino a, si no me equivoco, Jaraiz de la Vera para ver una envasadora de pimentón, uno de los muchos tesoros de Extremadura.
La envasadora de pimentón

Estando allí se desata el diluvio universal. ¡Empieza a caer agua cómo hacía tiempo que no recordaba!. Nos tomamos unos pinchos y sabiendo que hoy nos vamos a mojar mucho, arrancamos con destino Piornal, el pueblo más alto de Extremadura. ¡Madre mía la subida a Piornal!. Carretera estrecha, con el asfalto totalmente destrozado, bacheada, llena de gravilla, curvas y más curvas, una gran pendiente y, para aderezarlo, ¡lloviendo a mares!. Fueron 23 kilómetros de auténtica pesadilla en la que no hubo más desgracias porque Dios no quiso. En la subida se llevan un buen susto Carlos "Vespaciano" y Sole que ven cómo su Vespa con sidecar los saca de la carretera. Son evacuados a Plasencia aunque, por suerte, no hay nada grave que lamentar. Un par de percances más hubo en aquella subida. Lo intuyo porque vi unas cuantas Vespas subidas en el camión grúa. Paramos en Piornal bastante destrozados anímicamente. ¡Esa subida ha sido demoledora!. ¡Ahora nos queda la bajada!. La organización nos ofrece un refrigerio que consigue templarnos un poco.
Ya con mejor tiempo, ha dejado de llover y empieza a salir el sol, comenzamos la bajada, ahora sí, de forma bastante más relajada y placentera. ¡Vamos rodeados de cerezos!. enlazamos con la N-110 discurriendo paralelos al río Jerte hasta el hotel en el que haríamos la comida principal de esta Vespaniada. ¡Aquello fue una boda!...bueno casi literalmente y si no ¡que se lo pregunten a la pareja de novios que celebraban su boda en el salón contiguo al nuestro!. Creo que no ha habido por aquellos lares una novia que tuviese un recibimiento tal al llegar al restaurante cómo el que le dimos nosotros a aquella!. La verdad es que había muchas ganas de juerga después de la tensión del recorrido matinal, la lluvia, la carretera de Piornal, etc. Llegan noticias de Carlos y de Sole: están en observación en un hospital de Plasencia pero no es nada de gravedad. ¡Mejor así!. La comida...¡un espectáculo!. Más de 300 personas, comida hasta reventar, bebida, fiesta, ambientazo, buena compañía...Hubo sorteos, reparto de recuerdos y honores ( todos muy merecidos), música, foto de grupo de la "vieja guardia" de Vespania, etc. Perfecto, simplemente, perfecto.
Momento de la comida del sábado

Sergio me dedica su libro sobre la Aventura Transahariana, yo le regalo, con todo el cariño del mundo, la faja del Vespa Club de Galicia perteneciente al primer Presidente-fundador del Club y socio número 1...o sea, la mía, jajaja!!!. Aquí puedes leer lo bueno que me ha parecido su libro: http://10pulgadas.blogspot.com.es/2016/06/la-ruta-transahariana-de-sergio-duran.html?spref=fb
Sergio dedicándome su libro

He de reconocer que no he estado especialmente atento a la labor organizativa en sí misma. Que me disculpen los miembros de la organización que sé que han trabajado de lo lindo. Yo no iba a una concentración, iba a ver a mis amigos y me daba igual que me diesen de comer un bocadillo o aquel despliegue que nos pusieron sobre la mesa. De todas formas, agradecer a Elvis Micot y al resto de los componentes del equipo organizador el trabajo realizado. A las 18:30 ya no podemos más y nos vamos a descansar al hostal. Todavía queda Vespaniada por delante y hay que darle algo de descanso al cuerpo y a la mente. Al recoger la Vespa veo un par de gotas de refrigerante en el suelo..., comentándolo con el fenomenal sevillano Antonio Carrero, me dice que puede ser que la bomba de agua esté pidiendo un cambio. 
En el hostal caigo rendido en la cama. Se agradecen especialmente estos descansos. Veo la televisión un rato, me comunico con la familia y me quedo traspuesto algo menos de una hora. Me levanto despejado, me doy una ducha, me visto y me reúno con Miguel para irnos a cenar con el resto de la "tropa" por el entorno de la Plaza Mayor. Fue un modo diferente de desarrollar la cena a base de vales para bebida y pincho. No me disgustó. Empezamos a recorrer la plaza en el sentido de las agujas del reloj y, poco a poco, nos íbamos reuniendo más amigos y conocidos. Empezó el concierto previsto por los organizadores pero entre la lluvia que volvió a hacer acto de presencia y el estómago lleno de pinchos y cañitas de rica cerveza, el sopor se hizo dueño de nuestras psiques y comenzamos a despedirnos de todos aquellos que pudimos encontrar y/o localizar. Me quedó lástima de no haber podido despedirme de muchos y quisiera, desde estas líneas, decirles que me ha encantado volver a verlos y que me han dado un fin de semana maravilloso.
Al llegar al hostal dejo preparado casi todo el equipaje. Siempre cuesta un montón volver a colocar todo en el sitio. ¿Cómo demonios metí esto en las bolsas antes de salir de Vigo?. Un misterio. 
A dormir que mañana hay una buena panzada de kilómetros.
DOMINGO 29 DE MAYO
Nos levantamos sin prisa. He tenido algunas molestias al principio del sueño pero no he dormido nada mal. No tenemos pensado asistir a los actos de la mañana (bendición de las Vespas, ¡aunque a la mía no le vendría nada mal! y una ruta con visita).
Desayunamos con calma acompañados por un amable portugués que también se alojaba en el hostal. Teníamos pensado hacer el regreso por Portugal, por carreteras generales y secundarias pero, después de ver la previsión del tiempo y de hablar con nuestro colega portugués, decidimos que la mejor opción es regresar por donde hemos venido. 
Pagamos ( la buena de la señora se equivocó y solamente nos cobró una noche de alojamiento, aunque al cabo de unos días quedó subsanada esa anomalía), vamos a comprar unas tortas del Casar para llevar a casa, recogemos (previa inspección rápida de lo básico) a las "chicas", las cargamos, nos despedimos del simpático José Mota ( nuestro vecino portugués, que nos aseguraba que no tenía nada que ver con el "comediante espanhol") y enfilamos la carretera no sin, yo por lo menos, algo de pena. Eso, para mi, siempre es señal de haberlo pasado bien. Nos queda por delante una buena jornada de carretera y, nada más salir de Plasencia, tenemos que parar a enfundarnos en los trajes de agua. Empieza a llover. Para a nuestro lado un coche de la Benemérita para interesarse por nuestra fortuna. Todo en orden. Gracias por el interés, no solamente están para multar cómo muchos piensan. Arrancamos de nuevo y al poco tenemos que refugiarnos en una gasolinera, concretamente en el túnel de lavado, para escapar del aguacero brutal que estaba cayendo.
Refugiados del aguacero en un túnel de lavado

A veces las conversaciones más agradables tienen lugar en los sitios más insospechados. ¡De todas formas viajar con Miguel siempre es muy satisfactorio!. Aprovechamos para repostar y viendo que mejora algo el tiempo, arrancamos. Ahora sí. Pasamos Salamanca sin más novedad que el tedio de la autovía, alcanzamos Zamora y decidimos parar a comer. ¡Otro aguacero memorable!, ¡menos mal que este nos pilla a buen recaudo!. Comimos bien, con buenas viandas y buena conversación. Retomamos la carretera, nos liamos algo en las afueras de Zamora para volver a tomar la N-631. Nos cae encima una granizada tal, de una duración e intensidad tan brutal, que nos obliga a detenernos debajo de un puente. Las piedras de granizo eran tan grandes y caían con tal fuerza que el dolor al impactar en las piernas era insoportable, al igual que el ruido en el casco y la nula visibilidad. Pasada esta tromba de granizo retomamos la búsqueda de la N-631. Esta es una carretera, para mí, estupenda. Tiene un firme magnífico, un tráfico casi inexistente, discurre por algunos enclaves francamente bonitos ( el paso sobre el embalse de Ricobayo y su entorno es espectacular, igual que la zona del paso sobre el río Tera) y te permite, haciendo una velocidad media alta, escapar de la monotonía de la autovía ( además de ahorrarnos unos cuantos kilómetros). A la altura de Otero de Bodas mi amiga, la alergia primaveral, hace acto de presencia. Creí que me había librado de ella. No me molesta demasiado pero me deja los ojos muy irritados. Al cabo de media hora van remitiendo los síntomas (aunque los ojos los he tenido rojos hasta pasados dos días). Enlazamos nuevamente con nuestra más que conocida A-52 un poco antes de Mombuey. De nuevo "piloto automático" y a quemar kilómetros. ¡Estas GTS las pones a 120 de marcador y te llevan al fin del mundo!. Vamos notando el cansancio acumulado desde el viernes, las tensiones de las semanas previas al viaje y las ganas de llegar se hace muy evidentes.
Paramos a repostar, creo recordar, en A Gudiña y comentamos, no sin cierto asombro, la diferencia con el "paisanaje" de otros lugares de nuestro país... dejemos el tema ahí.
A partir de ahí es casi un sprint hasta casa. El tiempo ha mejorado mucho desde la salida de Zamora, luciendo el sol y con una temperatura muy agradable aunque con un viento que, por momentos, se hace algo pesado. El siguiente repostaje lo hacemos antes de llegar a Ponteareas en donde aprovechamos para despedirnos, siempre con algo de nostalgia.
La despedida. ¡Hasta la próxima!

Poco a poco nos vamos acercando a casa y ¡siempre me pasa lo mismo!. Sentimientos encontrados de "quiero llegar ya" o "esto podía durar un poco más". ¡Qué bueno!. Creo que si siempre pienso así es que la cosa ha ido muy bien, ¿verdad?. Al llegar al alto de Puxeiros, Miguel se desvía con dirección Baiona y yo continúo hacia Vigo Centro. Esa sensación de estar parado en el primer semáforo de la ciudad, sucio, cansado, encorvado sobre el manillar por los cientos de kilómetros que llevas hechos, la Vespa sucia de polvo, salpicaduras y restos de insectos, rodeado de coches impolutos cargados con familias "vestidas de domingo", no tiene precio. Bueno sí lo tiene, ¡es el precio de la libertad!..., o de algo muy próximo a ella.
Ya, para terminar, solamente me queda repetir mi agradecimiento a todos aquellos que hicieron posible que pudiese asistir a esta ¿última? Vespaniada: a mi querido camarada y hermano de carretera Miguel, a mi familia por animarme y, por supuesto, a todos aquellos y aquellas que habéis hecho de esta y de todas las Vespaniadas, algo que permanecerá en nuestros corazones por siempre. Un recuerdo, desde aquí, muy especial para todos aquellos amigos de años que no pudieron asistir: Goyo, Pere, Javier Herrera, Jaime, etc...
¡Hasta la próxima!



5 comentarios:

  1. hay se nota que estuviste muy bien por hacernos recorda con tanto detalle de tan maravilloso finde semana

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  2. hay se nota que estuviste muy bien por hacernos recorda con tanto detalle de tan maravilloso finde semana

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  3. Si lo que querías era transmitir el verdadero sentido que este viaje tenía para ti, lo has logrado del todo. Por otro lado, el placer y el privilegio de rodar contigo es mío. Un abrazo, Fratello!

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    1. Miguel, los pocos placeres que se nos van permitiendo hay que disfrutarlos al máximo y eso implica acertar en lugar, tiempo, modo y compañía. No hay más que decir. Tengo la fortuna de acertar en todo contigo. ¡Eres un magnífico compañero de aventuras!. ¡Un abrazo fratello!

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