miércoles, 19 de marzo de 2014

EUROVESPA 2006 - TURÍN (ITALIA). EL ÚLTIMO EUROVESPA DE LA HISTORIA


1ª PARTE



PRÓLOGO (Empezamos bien...prepárate que esto va a ser largo!)

Sospecho que me será difícil contener la emoción mientras os cuente como me fue en este viaje en el año 2006. Hablando con uno de los protagonistas del mismo le decía que me emocionaba solamente con pensar en el momento de publicar en este blog aquel viaje que hicimos a Turín. Todos y cada uno de estos relatos de viajes tienen, creo que os va siendo evidente, una fuerte carga emotiva por diferentes motivos...De este viaje destacaría, sin ningún tipo de duda, la compañía. Aquellos a los que tuve el privilegio y el honor de acompañar en este viaje son de una calidad humana tan grande que, aparte de mi familia, no creo que encuentre nunca mejores acompañantes. Si hoy me dijesen que solamente podría volver a hacer un "gran viaje" en moto y me permitiesen elegir compañeros, lo tendría muy claro.
Con ellos...al fin del mundo!!! (de izqda a dcha, Jerónimo, Sonia, Rubén y yo)
 Al regreso del viaje del año anterior (lo podéis leer más abajo...) mi querida Lily (recordad que era una Vespa PX 200 del año 1998 de color "verde enigma") sufrió su primera gran transformación. Los kilómetros hechos entre ir y volver de Austria me fueron dando las directrices a seguir para hacerla más eficaz y eficiente en largos viajes. Teniendo muy claro que era una Vespa y de cuales son sus limitaciones, me propuse modificar o sustituir algunos elementos que consideraba susceptibles de mejora. El primero de todos ellos era el motor / caja de cambios. 
Siempre he tenido los días justitos para hacer estos viajes, por lo tanto necesitaba unas prestaciones "aceptables" en carretera. Siempre consideré la 4ª velocidad de la PX 200, en realidad de todos los motores 200, muy corta, haciendo que el motor girase más alto de vueltas de lo deseable en un largo viaje. Lily estaba pidiendo a gritos una nueva caja de cambios. Y así fue. Se le instaló una caja de 5 velocidades que la convirtió en una Vespa con magnífica aceleración, muy buenas recuperaciones y una "estratosférica" (...vale!, es una Vespa...) velocidad punta (más de 130 km/h reales no está nada mal, ¿no?), conseguida a bastantes menos revoluciones de motor que con la original.
La caja de 5 velocidades
Lógicamente a todo esto le acompañó un reajuste de la carburación (cambio de chiclé de alta y otros retoques) y un escape en consonancia (Simonini). El conjunto era fiable, potente y rápido. El apartado motor estaba listo. Al aumento de las prestaciones le tenía que acompañar, necesariamente, una mejora de la suspensión. Fuera amortiguadores originales y bienvenido un par de magníficos Bitubo con botella de gas separada y ajustes de comprensión/ extensión, hidráulico/ retención y precarga de muelle. Ahora corría y se aguantaba de maravilla. Le tocaba el turno al "confort". El asiento original estaba bien, para mi, para hacer un par de cientos de kilómetros. Pero para mayores empresas se hacía necesario algo más ergonómico y cómodo. De esta forma sustituí el original por un "Yankee F3" de dos alturas. Un asiento de manufactura impecable (hasta tenía una pequeñita guantera en la parte interior...), muy cómodo y de una altísima calidad. Mantenía el parabrisas Puig de toda la vida que me proporcionaba una aceptable protección contra los elementos aumentando el confort de la marcha y el típico porta paquetes trasero de pinza. El año anterior había hecho todo el viaje con una cartografía rudimentaria, es decir, tres hojas de Google Maps dobladas en un bolsillo. Para este año me propuse ir algo más armado y, aparte de un par de cartas Michelín ( las 734 y 735), me hice con un porta-rutómetro de Touratech en el que enrollé una larguísima cinta de papel con el esquema más detallado que pude hacer en aquel momento.


El porta rutómetro de Touratech a la izquierda de la foto (y la indispensable botella de San Pellegrino!!!)
Todo esto, amén de una revisión general de última hora (aceite, filtro de aire, bujía y neumáticos) dejaba a Lily lista para viajar.
Aquí ya se aprecian algunos cambios en Lily (escape,amortiguadores y asiento). Delante la Vespa de Rubén y Sonia
En cuanto al equipamiento personal también hubo algunas novedades y mejoras en forma de nueva chaqueta  impermeable, con forro térmico, protecciones y todas esas cosas tan modernas que llevan, que relegó a mi eterno "barbour" Garibaldi  , acompañada por unos nuevos guantes de las mismas características que me dejaban como un pincel casi listo para salir a comerme la carretera. El resto del equipamiento, magnífico, era el del año anterior... que todavía conservo! (excepto el pantalón que lo vendí por "aumento de talla..."). Bueno, ahora sí, vamos a lo que interesa...

 QUELLI DELLA VESPA ( Los de la Vespa)

El 23 de abril de 1946 en la oficina de patentes de Florencia, se presentó la patente de la primera Vespa. Casi nadie podía imaginar que sesenta años después aquel “vehículo” fuese capaz de movilizar a más de 3000 personas de toda Europa en la Piazza Castello de Turín. 3000 personas movidas por una pasión común por esas ruedas pequeñas, ese cuerpo autoportante de acero, ese cambio en el puño y ese pequeño gran corazón de 2T (bueno ya se empiezan a ver muchas Vespas "modernas").
Esta es la historia de nuestro viaje. Del viaje de Rubén y Sonia. Del viaje de Jerónimo. Del viaje de Rafa y Noelia. Del mío mismo y del de muchos más que asistimos a la llamada de la Vespa.
Siempre he rehusado llevar la Vespa en remolque. Esta vez, por falta de tiempo, hubo que hacer  algo de trampa. Muy poquita, pero trampa.
El 13 de Junio me puse en marcha sobre las 09:00 enfilando, como siempre, la avenida de Madrid. Solamente hacía un par de años que asistía a Eurovespa pero lo primero que se me vino a la cabeza fue lo que había cambiado mi actitud y los medios de los que me servía para hacer los viajes. El caso es que la idea era reunirme con mis amigos extremeños Rubén y Sonia en Quintanilla del Molar (provincia de Valladolid), subir la Vespa al remolque de su coche y, desde allí, salir hacia Barcelona para embarcar hacia Génova.
Ese trayecto de 350 km, con la nueva configuración de motor de Lily, se me hizo un suspiro!!!. La 5ª velocidad era un maravilla. El motor bajo de vueltas y 110 / 115 km/h de velocidad de crucero marcada por el velocímetro (105 / 110 km/h reales).
A mediodía llegaba al punto de encuentro. Allí no había nadie. Al poco rato recibo una llamada de Rubén diciéndome que se retrasarían por problemas de tráfico. Establecemos, para no estar yo esperando, un nuevo punto de reunión: Aranda de Duero.
Me pongo el casco y salgo pitando para Aranda!!!. Esos 180 km debería hacerlos en unas 2 horas pero me lío en Palencia y llego a Aranda cerca de las 15:00. A la entrada de Aranda me espera Javier Herrera "Pontedera" para llevarme a donde habíamos de reunirnos con los extremeños ( ese trayecto lo hicimos cambiando las monturas para que Javier probase la 5ª velocidad...).
Javier "Pontedera" salió a mi encuentro en Aranda de Duero
Una vez reunidos y después de los saludos, abrazos, risas y demás me llevan a cambiarme de ropa y a comer algo.
Acabamos de comer y nos vamos a subir a Lily en el remolque.
Con Javier "Pontedera" a la derecha y Rubén a la izquierda en Aranda de Duero
Estamos un ratillo con Javier y, a eso de las 18:00 nos ponemos en marcha hacia Barcelona con la idea de llegar al día siguiente por la mañana, pasar el día allí y a última hora de la tarde embarcar hacia Génova. 
Realmente no me supuso ningún "problema ético" lo de hacer aquel trayecto en coche. Ya lo había hecho el año anterior, de ida y vuelta sobre la misma Vespa por lo que no tenía, para mí, ningún aliciente especial. Viajamos toda la noche, con alguna parada para estirar las piernas, fumar un pitillo y hacer un pis y, sin más contratiempo, llegamos a Barcelona sobre las 06:00. 
Rubén había acordado con nuestros amigos barceloneses Rafa y Noelia, dejar el coche y el remolque en su casa. Allí nos presentamos tres con cara de cansancio en un Golf Variant que tiraba de un remolque con dos Vespas. 
Nos recibieron maravillosamente en su casa, en donde nos aseamos y recuperamos un poco. Ellos también asistirían al Eurovespa pero saldrían un par de días más tarde. Les agradecemos sus atenciones para con nosotros y nos ponemos rumbo, ahora sí sobre las Vespas, al puerto de Barcelona para encontrarnos con mi muy estimado amigo Jerónimo y comprar los billetes para Génova.
Reencuentro con Jerónimo en el puerto de Barcelona
Llegamos al puerto, presentaciones y, de repente, nuestros planes se desmoronan!!!. No hay barco para Génova hasta el día siguiente por la noche!!!.
¿Qué hacemos?. ¿Esperamos y perdemos un día?. ¿Arrancamos por carretera y que sea lo que Dios quiera?. Arrancamos por carretera hacia Turín.
Son las 10:00 de la mañana de un precioso y luminoso día primaveral y con un tremendo cansancio encima partimos para meternos, entre las ruedas, más de 850 km que no teníamos previstos...¡En el pecado llevábamos la penitencia!. Lo que habíamos "trampeado" en coche lo tendríamos que hacer, incrementado, en moto!!!.
Cogemos la N-II y hasta Arenys de Mar la cosa va, más o menos, bien con una preciosidad de Mediterráneo a la derecha. A partir de Arenys, el calor y el cansancio empiezan a pasarnos factura. Con más pena que gloria llegamos a Le Perthus, la frontera con Francia.

En el puesto fronterizo de Le Perthus
Desde aquí y completamente derrotados después de 36 horas sin pegar ojo, nos dejamos caer, casi literalmente, hasta el pueblecito de Le Boulou en el que, en una coqueta pizzería, repusimos fuerzas. 

Lógicamente el tema del barco nos había cambiado absolutamente todos los planes. No teníamos planificada ruta, ni alojamiento, por lo que fuimos improvisando según nuestras, a esas alturas, menguadas fuerzas. Acabamos de comer y arrancamos hasta que el cuerpo aguantó. Y el cuerpo aguantó, honrosamente, hasta que dijo ¡basta!.
El cuerpo aguantó hasta que dijo ¡basta!
Con las pocas fuerzas que nos quedaban llegamos hasta Montpellier en dónde, después de dar unas cuantas vueltas, localizamos un hotel en el que "acampar". De la amabilidad de algunos franceses para con los españoles prefiero no hacer comentarios, pero es que lo de aquella camarera que no nos entendía en inglés al pedir la cena y al día siguiente la oímos hablar, perfectamente, en ese idioma con otro cliente ya dice mucho sobre el aprecio que nos tienen. ¿Llevarán grabados en los genes lo que les dieron a sus antepasados en Sierra Morena?. Digamos que el hotelito estaba aceptablemente bien. Cenamos y derechitos a descansar.
Al día siguiente, pletóricos de fuerza, recogimos los bártulos y cual modernos caballeros andantes nos dispusimos a enfrentarnos cara a cara con los Alpes.
¡A enfrentarnos con los Alpes!
El tramo Montpellier-Turín lo hicimos por carreteras generales intentando que se pareciese sobre el mapa, lo más posible, a una línea recta uniendo las dos ciudades. Por la N113 hasta Nimes, de aquí, por la N86 en dirección Pont du Gard – Remoulins. A partir de aquí la carretera empezó a beneficiarnos un poco. Seguíamos con la misma tónica de rotondas pero el tráfico era prácticamente inexistente, con lo que la conducción se relajó y empezamos a disfrutar realmente. Rodamos hasta la hora de comer en Pont St. Esprit, en una muy agradable terraza (uno de esos sitios en los que harías una sobremesa de horas...) por un precio bastante asequible y nos pusimos en marcha hacia Bollene - Nyons - Gap por la D94.
Parada para "repostar" en Pont St. Esprit
A partir de Nyons y durante más de 60 km la carretera y su entorno es un espectáculo constante. ¡Qué carretera!, ¡qué paisaje!. Enormes farallones de roca a ambos lados de la carretera que se levantan hasta alturas increíbles haciéndote sentir pequeño, muy pequeño.
Los farallones de la D94. Al fondo mi Vespa y yo muy pequeñitos...
Es una carretera para disfrutar, buen asfalto, poco tráfico, curvas y más curvas y un paisaje de ensueño en la que nos vamos encontrando con algún que otro grupo de Vespas que van camino de Turín.
Empezamos a encontrarnos con grupos de Vespistas camino de Turín
Conforme avanza la tarde pasamos Gap, atravesamos el espectacular lago de Serre-Ponçon y nos metemos, ya de lleno, en la Región de Altos Alpes camino de Briançon. Aquí repostamos antes de pasar a Italia y nos despedimos de la nada económica gasolina francesa. La subida hasta el Mont Genevre, para pasar a Italia, un auténtico poema. Si a una carretera (por llamarle de alguna forma a aquello), estrecha, le añades el pésimo estado del firme, curvas de 180º, ausencia casi total de quitamiedos, una pendiente media del 7% y camiones cargados de madera, tienes el paso del Mont Genevre. Los 1854 metros de altura del paso hacen toser (poco oxígeno en la mezcla)) un par de veces a Lily. Una vez arriba y después de las fotos de rigor, comenzamos la bajada.
Mítica foto en lo alto del Mont Genevre
Otro poema. Túneles excavados a pico en la roca, polvillo de las obras en suspensión y en el pavimento de los nuevos túneles que están haciendo, anocheciendo... fantástico!!. En Oulx decidimos tomar la autopista hacia Turín, sobre todo por que la noche se nos echaba encima. Si vais por esa autopista algún día, no os asustéis del olor a ferodo de los túneles, ¡no proviene de la Vespa del que va delante de vosotros!. Los embragues y los frenos de los camiones sufren de lo lindo en alguno de los túneles con pendiente de 6%. Aparte del olor a ferodo otra cosa que recuerdo, sin mucho cariño todo hay que decirlo, son los enormes mosquitos que impactaban ruidosamente contra el casco!.
Llegamos a Turín a eso de las 23:00, cansados y cubiertos de polvo...pero felices!!!.
Evidentemente no llevábamos navegador ni nada parecido con lo que no nos quedó más remedio que pagarle a un taxista para que nos llevase hasta el hotel (Hotel Galimberti, via Taggia 67) que teníamos reservado. Descargamos el equipaje y nos encontramos con la sorpresa de que el hotel no tiene ascensor ¡y nos toca subir hasta un tercer piso!. Después de un par de viajes arriba y abajo por las escaleras, quedó acomodado todo en las habitaciones y nos disponemos a buscar un sitio para cenar. Encontramos una "pizzería china" en la misma plaza del hotel en la que nos sentamos a la fresca para comernos unas pizzas y bebernos unas Moretti (tanto le gustó la Moretti a Jerónimo que se llevó una bien guardadita hasta Cartagena!).
Bueno, finalmente hemos llegado, estamos en Turín!!!.

FIN DE LA 1º PARTE












2 comentarios:

  1. Que buenos recuerdos de aquel viaje, tío. Cuantas cosas que ir viendo y las Moretti que cayeron por el camino...y lo bien que me vino la cabezada de 10 minutos en el banco aquel. Quedaban poquísimos kilómetros para llegar a Montpellier, pero tras toda la noche al volante y todo el día al manillar... necesitaba reiniciarme :-).
    Ese Jerónimo cartagenero, un capitalasso oiga!!!

    Rubén González

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  2. Fratello, este ha sido, sin duda, uno de los mejores viajes que he hecho en mi vida...

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