miércoles, 26 de marzo de 2014


EUROVESPA 2006 - TURÍN(ITALIA). EL ÚLTIMO EUROVESPA DE LA HISTORIA
                                            2ª PARTE
Comienza aquí la segunda parte de estos recuerdos míos del viaje al último Eurovespa de la Historia. Quedaba la narración de la 1ª parte en el punto en que regresábamos al hotel después de haber cenado en la “pizzería china” la noche de nuestra llegada a Turín.
Al día siguiente, viernes y después de pasar una horrorosa noche en arduo combate contra los mosquitos piamonteses, nos vamos, allá cómo podemos ya que, vuelvo a recordar, no llevábamos ninguna ayuda de navegación, a la Piazza Castello, centro neurálgico del Eurovespa 2006.
Aspecto de la "Piazza Castello"
Turín es una ciudad con una curiosa mezcla de grisácea industria, burguesía decimonónica algo ajada y moderna ciudad olímpica. Me pareció todo eso pero, por encima de todo, me pareció una ciudad amable con una gente abierta y educada. En su momento escribí algo sobre el impacto que sufrí en Lisboa y en Klagenfurt al ver tantas Vespas juntas y rodar en medio de ese enjambre. Pero para lo de Turín si que no estaba, creo que mis compañeros tampoco, preparado.
3500 inscritos, más los curiosos, pululando por el lugar de la concentración impresionaban al más pintado. ¡Cuánta gente, cuánta Vespa, cuánto color!... ¡Eurovespa ha comenzado!.
¡Colorido y simpatía no faltaron!
Este año la organización había previsto y limitado la inscripción a 3000 participantes. Ante la avalancha de solicitudes, ampliaron a 3500. Aún así, hubo unos cuantos cientos más que asistieron sin inscripción. Total, tal cantidad de Vespas juntas, posiblemente no vuelvan a verse nunca más ( ¡ojalá que sí, el próximo año!). Ultimar la inscripción no presentó más inconveniente que una larga espera de una hora. Una vez recogido el material de bienvenida nos dejamos llevar por el frenesí de aquella marabunta.
Más ambiente en la "Piazza Castello"
Vamos encontrando algún conocido de otros años y de otros saraos, asombrándonos con lo que allí vemos en preparaciones, modelos, colores...
Impresionante personalización
De repente, todo el cansancio de las horas sin dormir, de los cientos y cientos de kilómetros hechos, se esfuma. Se esfumó, aparte de lo dicho, porque tanto la organización como los participantes fueron de los de quitarse el sombrero. Me explico... por partes (haciendo un breve paréntesis):
La organización: este es mi tercer Eurovespa y salvo el estado comatoso de los bocadillos que nos dieron y el no indicarnos en un callejero en donde se celebraría la cena de gala del sábado (o sí nos lo indicaron y nosotros no lo vimos), hay que decir que ha sido una organización ejemplar. Las zonas de aparcamiento en la plaza señalizadas con la bandera de cada país, con lo que se evitaba perder tiempo en localizar a los amigos o tu propio sitio de aparcamiento.
Estacionamientos perfectamente organizados por países. Espacio de los compañeros húngaros.
Los horarios de salida para excursiones y similares, con puntualidad británica, todo muy bien señalizado. Resumiendo, un ejemplo a seguir teniendo en cuenta la magnitud de personas y vehículos que tuvieron que manejar ( y manejar a 3000 y pico vespistas no es moco de pavo, ¿eh?).
La ciudad: el Ayuntamiento ( o quién fuese) puso a nuestra disposición una buena cantidad de Policías Municipales que hicieron lo impensable para que nuestra marcha-caravana del sábado por la tarde fuese tranquila, segura para todos, humeante y ruidosa. Chapó por ellos.
La gente de Turín: aguantó, pacientemente, nuestros “excesos”, con simpatía y amabilidad, con curiosidad por nuestros lugares de origen, por los km que habíamos hecho, etc. Bravo Torino!.
Los Vespistas: no hay otra raza igual en el mundo. Con eso queda todo dicho. En un alarde de humildad solo puedo decir que somos los mejores (sin que nadie se ofenda, ¿eh?).
Allí había de todo, desde cincuentonas hasta "modernas", estrictamente de serie, ligeramente modificadas y algunas que solo tenían original el rótulo de Vespa.
Tres bellezas teutónicas
Escapes, motores, asientos, amortiguadores, pintura, espejos... lo que no veas allí no existe o no se puede hacer.
No faltaban preparaciones...
Pepinos con motores más apretados que el cinturón en la cuesta de Enero, venerables ancianas perfectamente puestas al día y algunas que llevaban a cuestas varias vueltas de cuentakilómetros.
El sidecar de Pascual



¡Ideal para los atascos!. Siempre presente una de las escasas ETAP
Pero el espíritu no solo se mantiene. Se reaviva y acrecienta año tras año. Cada vez se ven más chavales jóvenes sobre Vespas fabricadas antes de que ellos naciesen, con un fervor y una pasión por la Vespa que solo cuando tienes una sabes entender, ¿cómo, si no, harías 2500 km para estar allí solamente 3 días?.
Pero lo mejor de todo, ¡cómo siempre!, ha sido la gente que allí te encuentras. De todos los puntos de Europa ( y algunos que cruzaron el charco desde California, enviando sus Vespas en barco), de todos los idiomas, de todas las tendencias. Te reencuentras con conocidos y amigos de otros años, a veces da la sensación de que solo hace unos días que no los ves, como Marcello y Rita de Vespa Club de Cagliari, quienes acogen a todo el mundo como si fuesen de su propia familia, Luis Quaresma, el portugués de Lámego, persona cabal, educada en extremo, viajero incansable a lomos de su T5, Rafa y Noelia que ya habían llegado desde Barcelona (¡en el día!) y, siempre presentes, Pascual con su inseparable sidecar y el gran maestro Balart, ¡claro!...
Marcello y Rita y su inseparable GS

Luis Quaresma
Rafa y Noelia
Desde el primer Eurovespa hasta este último, habrán cambiado muchas caras, lógicamente, algunas Vespas siguen siendo las mismas, pero, lo que no cambia y que perdura desde aquel ya lejano 1954 en París, es la esencia, el espíritu Vespista y por nosotros seguirá viviendo siempre y estará presente mientras quede uno solo de estos monocilíndricos en el mundo.
Solamente puedo, podemos, deciros una cosa a los que nunca habéis asistido a uno: id e intentad contar después lo que ha sido. Va a ser difícil pero inolvidable.
Después de la desaparición de la Federación Internacional Vespa (la F.I.V.) el pasado Noviembre, hay un cierto vacío organizativo en lo relativo a este evento. Se ha creado el Vespa World Club, auspiciado directamente por Piaggio y, parece ser, que será quien tome las riendas de Eurovespa a partir de ahora. No está decidido donde será el próximo año, aunque suena mucho la República de San Marino y ya no se llamará Eurovespa. Serán los Vespa World Days. Sea en dónde sea allí estaremos, salvo una catástrofe. Esperamos ser más españoles que este año, esperamos que toda Europa se entere de que en España hay afición y amor por la Vespa.
Bien, una vez terminado el breve paréntesis, continúo.
Esa mañana, después de formalizar la inscripción, nos dedicamos a lo normal en estos casos. Dediqué un momento a entregar en el Ayuntamiento de Turín unos obsequios que llevaba del de Vigo y después entramos en una tremenda vorágine de fotos y de Vespas hasta la hora de comer. Ya por la tarde me fui con Jerónimo a callejear, a pie, la ciudad hasta la hora de la cena, que teníamos previsto hacer con los amigos del V.C. de Cagliari.
El escaparate de una chocolatería...
¿Qué más se puede pedir si estás con buenos amigos, cenando en una terraza en el centro de Turín y con una temperatura envidiable?. Puedes pedir, por ejemplo, ¡un concierto callejero nocturno de amateurs!. Al salir de cenar nos encontramos en una plaza con una pandilla de señores que peinaban canas hace años, que se ve que tenían por costumbre improvisar con, con su voz e instrumentos varios, al salir del trabajo. Estuvimos largo rato escuchándolos con auténtico placer.
El concierto callejero
De regreso al hotel que estamos, yo por lo menos, molidos. Por el camino nos encontramos a unos viejos conocidos de Alicante con los que estuvimos hablando un ratillo. ¡A dormir!.
Amanece el sábado, ¡el día grande por excelencia de cualquier Eurovespa!.
A las 11:00 de la mañana se arma la de “San Quintín”... Arranca la caravana de, oficialmente, 3500 participantes, recorriendo las principales calles de Turín con dirección a la “Palazzina di Caccia di Stupinigi”, en Nichelino a unos 10 km de Turín, una de las residencias de la Casa de Saboya, construido en el s. XVIII y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El recorrido por las calles del centro de Turín os lo podéis imaginar... calor, mucho calor, altísima humedad, humo...pero la sensación de verte inmerso en aquel enjambre de Vespas es de éxtasis total y absoluto!!!.
Arrancando hacia Stupinigi
La vía de acceso principal a Stupinigi se convirtió en una especie de pasarela de la Vespa.
Espectáculo en Stupinigi


Ver y dejarse ver en Stupinigi
Cientos, miles, de vespistas “aparcados” a los lados de la avenida observamos durante horas a todo aquel que quería “lucirse”, mostrarse, dejarse ver...
Al fondo la "Palazzina di Caccia" de Stuponigi
Comimos en Stupinigi y regresamos a Turín, al hotel, a descansar un rato.
De izqda. a dcha. Rafa, Noelia, Luis Q, yo, Sonia, Rubén y Jerónimo. En Stupinigi
Regresamos a la Piazza Castello a media tarde. Reencuentro con amigos, intercambio de experiencias y peripecias, presentaciones, nuevos conocidos... Es sábado por la tarde y, además de los miles de inscritos, se suman a aquella vorágine de gentes, cientos y cientos de turineses que, curiosos, se acercan a ver aquel espectáculo ( además de coincidir con una numerosísima concentración/ desfile de Fiat "Topolino").
Uno de los bellísimos "Topolinos" del desfile por Piazza Castello
Se nos acerca un joven grupo familiar y después de interesarse por nuestros lugares de origen, la “mamma” nos dice, muy emocionada y sin quitar ojo a la bandera que luce mi Vespa, que su padre era español, llegado a Turín a principios de los ‘70. Le regalo la bandera española que llevaba y , literalmente, entre lágrimas, me jura que nunca la retirará del balcón de su casa... Ya lo sabéis, si algún día pasáis por Turín y veis una pequeña y ajada rojigualda en un balcón, ¡pensad que pudo haber llegado allí desde Vigo en una Vespa PX 200 con matrícula, cómo no, de Pontevedra!.
A las 18:00 (lo de la puntualidad ya empezaba a resultar habitual...) arrancamos, los 3000 y pico, rumbo al Pabellón Olímpico de Turín (Palaisozaki). Por el camino nos detenemos a ayudar a un compatriota que no le arrancaba la Vespa, lo que provoca que, cuando queda resulto el incidente, no sepamos hacia donde tenemos que tirar para la cena... Las dudas se nos despejaron al ver pasar a un numeroso grupo de Vespas. No hizo falta más que seguirlos para llegar al Isozaki (ojo con utilizar esta técnica ya que no siempre funciona bien... recuerdo una vez en San Marino... bueno ya lo leerás en su día!).
Vale, ya estamos a las puertas del Pabellón Olímpico de Turín.
Accediendo al Isozaki
En otro alarde de buena organización nos asignan las puertas de entrada en función del nuestro número de inscripción. Una vez dentro ya nos ocupamos nosotros de reunirnos. La que había allí dentro liada era de las buenas!!!. Nunca había cenado en compañía de tanta gente!!!. Espectacular.
¡Parte del "comedor" durante la cena!
Nos juntamos en la mesa, además de mis viejos camaradas de viaje, con Manel que, si mal no recuerdo y por aquel entonces, presidía el Vespa Club de Sabadell, unos compañeros mallorquines y, a los postres, se nos unieron Marcello y Rita.
Terminando la cena del sábado. De izqda. a dcha. Rita, Sonia, Marcello, Manel, Luis Q., yo y Rubén



Al terminar la cena y ya casi arrancando, Marcello nos dice que a Rita le han robado la chaqueta... Le dejo el forro térmico de la mía ya que la noche está fresquita. Regresamos un rato a la Piazza Castello y, a una hora bastante prudencial, nos retiramos.
Al día siguiente nos esperaba el broche de oro de este último Eurovespa: la gran Parada por las calles de Turín. Con una mezcla de pena, euforia y nerviosismo por el viaje de regreso, recorrimos las bellas (y adoquinadas...) calles del centro de la ciudad en un emotivo acto de despedida y de agradecimiento a aquellas ciudad y a sus habitantes.
¡Cuando hay imaginación el resto sobra!. Durante el paseo de despedida del domingo.
De regreso a la Piazza Castello nos vamos despidiendo, como podemos, de los conocidos que pululan todavía por allí y ponemos rumbo al hotel a recoger los bártulos, pagar y arrear candela.
Arrancamos de Turín (unos chavalillos que siguieron con atención todo nuestro proceso de cargar el equipaje, os juro que era un espectáculo, sobre todo el de Jerónimo, nos pidieron un "caballito" cuando salíamos y, claro, ¡no los íbamos a defraudar!, a tirar de embrague en 1ª y, ¡hop!, ¡rueda delantera bien arriba!) con dirección a Génova a eso del mediodía. No teníamos demasiada prisa.
Salimos con calma y con un insoportable bochorno, por la Tangencial sur con dirección Asti – Alessandria. Ruedo con esa sensación de calma que te da el haber hecho realidad otro sueño. Salimos de la Tangencial en Asti y, siguiendo el buen criterio de mis compañeros, continuamos por carreteras nacionales. Nos incorporamos a la SR10 una vez pasado Asti y nos detenemos, con un hambre canina, a comer en Castello di Annone. Aquí tenemos el casi único incidente “mecánico” del viaje ( aparte del estado del embrague de la Vespa de Rubén que lo hizo sufrir de lo lindo...) provocado por la rotura del portabultos trasero de la Vespa extremeña. Nada que no se resuelva con astucia por parte de Rubén con unos pulpos y unas cinchas.
Parada para comer y reparar el portabultos de la Vespa de Rubén en Castello di Annone.
Terminamos de comer y continuamos viaje. A una hora, más o menos, de Génova nos encontramos con Marcello y con Rita. Ya que no nos habíamos podido despedir con calma, paramos y charlamos con ellos un buen rato. Recupero el forro de mi chaqueta, nos despedimos de ellos y continuamos. Tampoco teníamos reservado hotel en Génova, ni sabíamos si tendríamos barco ese día o no. Llegamos tranquilamente al puerto de Génova y allí nos encontramos con Nicola y otros amigos sardos que esperaban su barco. Vamos a la ventanilla y nos informan de que hasta el lunes por la noche nada de nada. A buscar agujero para meterse esa noche!!!. Nos damos un garbeo por la zona del puerto pero no nos convence demasiado el “ambiente”. Decidimos probar por otras latitudes y nos metemos por la primera carretera “ancha” que vemos... Acabamos, después de pagar un peaje(¡!)  saliendo de aquella autopista y nos damos de bruces con la fábrica de Piaggio Aéreo!. Estamos muy cerca de donde comenzó la historia de Vespa-Piaggio, en Sestri Levante, ¡en forma de taller de carpintería para panelados de madera para camarotes de barco!. Vemos un hotel Sheraton, pero como que no. Sigamos buscando. Nos vamos alejando cada vez más de Génova hasta que topamos, casi sin quererlo, con un estupendo hotel (el San Biagio en vía Romairone, 14), muy nuevo, amplio, moderno...evidentemente no lo dudamos. En la recepción ya marcan las diferencias con aquel hotel en Montpellier (el Noctuel). La recepcionista nos habla en un perfecto español!. Repito, el hotel fantástico y, además, el precio irrisorio. Tomamos 2 habitaciones y nos vamos en busca, si mal no recuerdo, de algún centro comercial para comprar algo (puede que algo para reparar el portabultos de Rubén, no lo tengo muy claro). De regreso al hotel nos vamos a cenar. Buffet. Nos ponemos hasta las trancas de comer a un precio mucho más que razonable. Después de cenar, ¿puede haber algo mejor que sentarte a la fresca en unos butacones de mimbre de la terraza con vistas a la bahía de Génova, tomándote unas cervezas mientras Jerónimo te cuenta anécdotas de su vida?. No, no puede haber, en ese momento, nada mejor. Y lo disfruté, creo que todos lo disfrutamos, cómo nunca.
Nos retiramos a dormir con una agradable y maravillosa sensación de serenidad, felicidad y paz.
Al día siguiente vagueamos en el hotel hasta mediodía. Pagamos, nos despedimos de los amables hoteleros y nos vamos ligeritos hacia Génova. Aparcamos las monturas en el puerto y nos dedicamos, hasta la hora de la comida, a ver le movimiento del puerto.
Esperando el momento del embarque en Génova
Nos fuimos a comer, lenta, pausadamente ( hasta las 21:00 no teníamos que embarcar...). Pasamos la tarde medio amodorrados esperando el canje de los billetes y el embarque.
Esperando el embarque nos encontramos con el maestro Jordi Balart y sus acompañantes. Siempre es un placer hablar con él y dejar que te cuente cosas!!!.
Esperando el embarque junto a Jordi Balart (2º por la derecha)
Por fin, a las 21:00, embarcamos y, ahora sí, empiezo a sentir algo de morriña de Turín, del Eurovespa y eso que hace 24 horas que ha terminado!!!. La rutina del barco, la de siempre: camarote, cubierta, etc. Vemos como las luces y la silueta de Génova se van alejando poco a poco y como la noche negroazulada del Mediterráneo nos va engullendo.
Embarcados y esperando a zarpar
La llegada a Barcelona, al día siguiente, fue épica. ¡La velocidad con la que viró y entró en el puerto el barco no la olvidaremos en mucho tiempo...!
Llega el momento de la segunda tanda de despedidas. Jerónimo, ¡qué tío más grande!, se despide de nosotros y se marcha hacia Cartagena...¡con su botella de Moretti a buen recaudo!.
En el puerto de Barcelona el grupo empieza a separarse
Nos vamos a casa de Rafa y Noelia a cargar las Vespas en el carro y tirar para casa. Sigo sin ningún tipo de problema ético / moral por haber hecho ese tramo en coche. Igual que a la ida, ya la había “sufrido” y, además tenía que estar al día siguiente en Vigo. Arrancamos y después de conducir toda la noche, con una parada para cenar y otra para estirar las piernas y repostar, llegamos a Castrogonzalo a eso de las 08:00, en donde me “apeo”.
Cargo a Lily, me despido, con mucho pesar de esos dos pedazos de seres humanos que son Rubén y Sonia y con una única parada para repostar me hago del tirón los más de 330 km que me separan de casa (¡la 5ª velocidad hace maravillas!).
A mediodía estaba en casa, feliz, con las retinas llenas de imágenes maravillosas, de sitios nuevos, de gentes, unas conocidas y otras nuevas, de nuevos caminos recorridos, de nuevas experiencias vividas, pero, sobre todo, con ganas de que pase pronto un año y me vea, nuevamente, cargando el equipaje sobre la Vespa, camino de...San Marino.


EL RECORRIDO DEL VIAJE:



P.D. 1. El relato de este viaje se publicó en una revista especializada pero, por motivos totalmente ajenos a mi persona y a mis intenciones, era mucho más corto, breve, conciso, etc. Los que en su día lo leyeron en esa publicación notarán, claramente, la diferencia entre los dos textos, tanto en extensión como en contenido.

P.D. 2. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a mis compañeros, propiamente dichos, de viaje, Sonia, Rubén y Jerónimo, por haberme permitido vivir junto a ellos esta inolvidable experiencia. A Rita y Marcello, a Noelia y Rafa, a Luis Quaresma, a Pascual, a Balart, a tantos y tantos otros que han hecho posible una experiencia casi mágica: gracias!!!.


 Nota: muchas de las fotografías de las dos partes del relato de este viaje son cedidas, amablemente, por Rubén y Sonia. Gracias amigos!!!.Podéis encontrar algunas fotos más en los siguientes enlaces:
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